jueves, 25 de octubre de 2012

LA LEY DEL MÁS PENDEJO: ¿PRINCIPIOS O PODER?



Cuando decidí incluir los estudios en ciencia política dentro de mi formación personal y profesional, uno de los asuntos que pensaba con mayor claridad era la inexorable relación que hay entre la política y la sociedad. Esto podría sonar bastante obvio; sin embargo, es una relación que reconozco cada vez con mayor fuerza y que, paradójicamente, pareciera que es olvidada cada vez más en el ejercicio de la política, si entendemos como político aquel entorno que se vive en la administración pública.

Y es que es justamente en la administración pública donde podría considerarse que tienen lugar las más grandes formas de desvirtuación de la política. Para ilustrar tal afirmación, traigo a colación dos obras de arte, una de ellas de carácter literario y la otra de carácter cinematográfico. Se trata del libro “Un tal Bernabé Bernal”[1] del escritor Álvaro Salom Becerra, y la película “La ley de Herodes”[2] de Luís Estrada. Comienzo por establecer la comparación más importante a la que llegué cuando me acerqué a estas dos obras. Se trata de una forma de comprender la realidad humana, de concebir las relaciones sociales que podrían tejerse en torno a la política y a lo público. Para ello, cito a continuación un fragmento de cada texto, con el ánimo de generar algunas opiniones en relación con ello.

La ley de Herodes muestra un diálogo entre el licenciado Fidel López, y Ramírez, quien fuera su mano derecha, al momento de iniciar la búsqueda del nuevo alcalde para San Pedro de los Saguaros, un pueblo “olvidado de Dios”, habitado principalmente por indígenas que hablaban en un dialecto inentendible para quien hablara español, y al cual la misión del nuevo alcalde era llevar el progreso, la modernidad y la justicia social. Cuando Ramírez le presenta a López a Juan Vargas, uno de los candidatos elegibles para el cargo, éste le aclara a López que Vargas “es buena persona”, ante lo cual López lo cuestiona preguntando “¿a qué te refieres con 'buena persona'?”, obteniendo de Ramírez el siguiente dato: “Que's medio pendejo”.

Un tal Bernabé Bernal, por su parte, en uno de sus últimos párrafos, muestra ciertos cuestionamientos con respecto a la forma de vida de Bernabé, a manera de una autorreflexión hecha por el protagonista “¿Qué he sido yo? ¿Un hombre bueno o un buenazo? ¿Un ser medianamente inteligente o un imbécil? ¿Un ciudadano honorable o un cretino? ¿Un funcionario probo y eficiente o un idiota? ¿Un buen esposo y padre o un esclavo de su mujer y un mártir de sus hijos? ¿Un individuo respetable o un grotesco Charlot? ¿Un tímido superior, como me llamó alguna vez “El Civilista”, o simplemente un pendejo, como me han llamado unánimemente las personas que han girado a mi alrededor?”

Lo que pretendo señalar aquí es que tanto un personaje como el otro tienen este aspecto en común, “la pendejada”[3], aunque ello no impidió, en ninguno de los casos, que se generara otra similitud: que a ambos personajes la vida los llevara a la situación de ocupar cargos públicos. En ese sentido, vale la pena agregar que ambas obras dejan ver las diferencias entre los estilos en el ejercicio de las funciones de Juan Vargas y de Bernabé Bernal; estilos que no sólo guiaron su relación social con aquellos grupos con los que debían interactuar, sino que también fueron determinantes en los desenlaces de las vidas de cada uno de los personajes protagonistas.

Haberme acercado a estas obras, pensar en cada historia, en los factores sociales y políticos que se desarrollan en cada una, me lleva a pensar y a cuestionarme con respecto a esas diferencias en la vida política de cada personaje, puesto que en general, de acuerdo a lo que pude percibir, en un primer momento de la película muestran a un Juan Vargas bastante similar a Bernabé Bernal. ¿Qué hay entonces detrás de cada situación, para que Juan Vargas continúe en su ejercicio político como un gran líder de su partido, mientras que Bernabé termina sus días con la misma pusilanimidad con la que los inició, a pesar de la participación política que ambos vivieron? ¿Será que la política es entonces una cuestión de poder? ¿O de principios?

Indudablemente, estos cuestionamientos pueden abordarse desde dos perspectivas: una sociológica, en tanto la relación de estos personajes con la sociedad puede constituirse en uno de los factores determinantes para el desenlace que cada historia tuvo; pero también una perspectiva política, por cuanto es necesario comprender las formas en que cada personaje orientó su acción política, así como las ideologías bajo (o hacia) las cuales se dirigió esta acción. Retornando entonces a la noción de que entre política y sociedad hay unos nexos irrompibles, y en relación con la idea anterior, se puede evidenciar cómo se dan ciertas convergencias entre estas dos disciplinas (sociología y política), al ser necesario identificar aspectos presentes, tanto en la interacción humana, como en las formas de organización de dicha interacción.

Es así como surge una importante disciplina que busca responder a cuestionamientos como “¿cómo influye la clase social en la distribución de los votos en las elecciones? ¿cuál es la relación entre fundamentalismo religioso y conservadurismo político? ¿por qué podría el factor generacional tener influencia en las ideologías políticas? ¿quiénes determinan los designios políticos, las “élites” o las masas, los influyentes o los ciudadanos ordinarios? ¿cuándo se vuelve más significativo el comportamiento político, en condiciones de elecciones o bajo una dictadura?”[4]. Esta disciplina es conocida como sociología política y sus intentos son por entender los diferentes fenómenos sociales que pueden repercutir, o que de hecho son consecuencias de los fenómenos políticos que se viven en determinado momento y en determinado territorio.

En ese sentido, la sociología política proporcionaría el mecanismo bajo el cual podrían analizarse y comprenderse los factores que intervinieron en las formas de vida de Juan Vargas y de Bernabé Bernal. En relación con ello, es fundamental traer a colación los elementos con los que estos personajes contaron para el desarrollo de sus actividades profesionales, pues dichos elementos permitieron la configuración de ciertas formas de interacción entre ellos y la sociedad, y que pueden ser una importante explicación a los términos de cada historia. En el caso de Bernabé Bernal, su principal herramienta de trabajo, no era más que su cerebro, el cual, dicho sea de paso, era de una capacidad intelectual asombrosa. Juan Vargas, por otro lado, recibió en primera medida la Constitución, bajo la cual debía orientar al pueblo que gobernaba, y en segunda medida, recibió un revólver, para presionar al pueblo a obedecer a la constitución.

Como es de suponerse, los elementos con los que Juan Vargas contó para su labor fueron de gran envergadura, puesto que le permitían imponerse como la ley del pueblo, mientras que Bernabé Bernal, pese a su prodigiosa inteligencia, sólo ejerció sus conocimientos a merced de otros personajes que contaban con la capacidad para hacer de éste un “súbdito” y apropiarse de toda su producción intelectual, sin que ello representara un problema para aquél. Además, aquí toma un importante rol el poder, como categoría de análisis dentro de la sociología política.

En relación con la película, Juan Vargas se apropió del poder, representado en un revólver y una constitución. Bernabé, por su parte, no contaba con artefactos que indicaran que éste ostentaba de alguna clase de poder (y en el único episodio en que contó con un arma, en lugar de hacer uso de ésta como fuente de poder, le tuvo miedo) y, dado que su inteligencia era su principal fuente de recursos, asimismo, esta inteligencia le permitía que tuviera la sensatez suficiente para no dejarse sobornar por ciertos tipos de personajes, perdiéndose así de gigantescas retribuciones económicas a cambio de la defensa de sus principios, los cuales llegaron con él al sector público y regresaron con él, tras recibir su mísera jubilación, a una banca en el parque Nacional de Bogotá.

En ese sentido, el poder cuenta con unas implicaciones de gran importancia para la sociología política, en tanto éste es el resultado de determinados procesos de interacción social que han otorgado a ciertas personas la posibilidad de manejar algunas situaciones sobre la vida de otros, especialmente, a partir de decisiones de una gran magnitud como lo son las de carácter gubernamental. Es por ello que considero que en la formación en ciencia política hay tres factores de suprema importancia para un aprendizaje y un ejercicio politológicos con una estructura sólida y útil; éstos son: la relación entre lo político y la sociedad; el poder, sus formas y los elementos que lo configuran; y la sociología, junto con la nueva disciplina – sociología política – y sus campos de estudio e implicaciones.


[1] SALOM BECERRA, Álvaro. 1979. Un tal Bernabé Bernal. Colección literaria Tercer mundo. 13ª edición. Bogotá.
[2] ESTRADA, Luis. 1999. La ley de Herodes. México.
[3] O lo que el imaginario generalizado considera como pendejada.
[4] HOROWITZ, Irving Louis. 1977. Fundamentos de sociología política. En: Fondo de cultura económica. Madrid.

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